LA REALIDAD

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lunes, 24 de enero de 2011

ESPERPENTOS EN VEGUETA

Bastante tiempo ha, quizá más de dos años, que no visitaba la plaza de santo Domingo, pero el Miércoles, día 12 de los corrientes, con motivo de una gestión en la sucursal de la Caja de Canarias sita en el barrio de San José, decidí pasar por la mencionada plaza, y lamento profundamente haberlo hecho porque en ella observé con horror como al lado izquierdo de la fachada del templo que le da su denominación se ha edificado un espantoso edificio "moderno" de una sola planta, que destroza totalmente la armonía del conjunto. Me han informado que es el centro parroquial, y que fue construido durante el mandato del actual alcalde, Jerónimo Saavedra, que tiene su domicilio a escasos metros de la susomentada plaza, y que presume además de veguetero, pero debe ser por guardar la apariencia porque los hechos demuestran abrumadoramente que le importa y le preocupa muy poco o nada el barrio histórico.

En mi ruta pude "gozar" con la visión de otro esperpento arquitectónico, éste frente a su casa; me refiero a la erección de la ampliación del Museo Canario, que ya supera en un piso la altura de los edificios colindantes, y que con toda seguridad será otro adefesio en su arquitectura, que no guardará relación con la zona. Cierto que el inmueble anterior, donde estuvo el histórico y liberal-insólito en plena tiranía franquista- colegio Viera y Clavijo, no destacaba por sus valores arquitectónicos, modestos, pero al menos no rompía la armonía de su entorno, por lo que, si estuviéramos en un país civilizado y respetuoso con su pasado, debió haberse conservado su fachada y adecuar su interior a las necesidades y usos que demanda el Museo Canario -la más importante institución científica del archipiélago-; pero se optó por lo más atentatorio y criminal para la estética: la demolición y el levantamiento de varias plantas -¿Cuántas serán?- que ya empequeñecen a los edificios del sector.

Y aparte de este despropósito, temblemos presumiendo lo que quizá podremos contemplar cuando esté finalizado el inmueble, pues con toda probabilidad su fachada será horrendamente "contemporánea" ya que el arquitecto querrá dejar su "sello y firma" para la posteridad. Cierto que no puede imputársele a Jerónimo Saavedra la concesión del permiso para esta obra ya que el edificio que ocupó el susoreferido colegio Viera y Clavijo estaba catalogado como protegido, pero, según información del máximo crédito para mí por la documentación y seriedad de mi fuente, fue descatalogado durante la alcaldía de la nefasta Josefa Luzardo, o quizá en la época de José Manuel Soria, ese adicto a la destrucción de lo antiguo y construcción de lo "moderno" o "contemporáneo" en zonas nobles e históricas o en otros espacios destinados a jardines, como el excanódromo, o el solar que ocupa la Biblioteca del Estado, que una sentencia del Tribunal Supremo ordena su inmediata demolición por ilegal, sin olvidar que también pretendió edificar en primerísima línea de la Avenida Marítima para tapar la vista al mar y al puerto a los paseantes -que se quedarían sin espacio para caminar- y a los ocupantes de los inmuebles que habían pagado bastante caros sus pisos para disfrutar de esa privilegiada visión.

¡Que bestia! La actual corporación municipal socialista debería querellarse contra él para que el tribunal de justicia correspondiente le condene a abonar las pertinentes indemnizaciones a los demandantes perjudicados con las torres del excanódromo y con la Biblioteca del Estado, entre otros numerosos casos, pues si no las pagaremos todos los ciudadanos con nuestros impuestos. Pero en esta cuestión de la Política no hay que fiarse en absoluto de las personas que ocupan los cargos, porque aunque sean de partidos ideológicamente opuestos en teoría, en la práctica se protegen mutuamente porque son de la misma casta aunque con distintas denominaciones o siglas: aquello del mismo perro con distinto collar, que, aunque no me gustan los refranes y dichos populares, hago aquí una excepción porque está plenamente justificada.

Esperpéntica también la calle Obispo Codina en la zona de la Catedral. Aparte del horrible pavimento gris plomo -como el de la calle Triana- que le han colocado para peatonalizarla (dado el carácter monumental del sitio se debió haber empleado cantería aruquense que lo ennobleciese), se pueden "admirar" dos toscos y antiestéticos postes con unos reflectores para alumbrar el palacio episcopal y un cable que cuelga entre ambos, en las alturas. Si se quiere destacar ese palacio con unos focos en la noche, sería más estético instalar unos postes metálicos que guarden uniformidad con los de la iluminación callejera.

En la inacabada iglesia del Sagrario, en el lado norte del templo catedralicio, pueden verse unos tubos de plástico de colores verde, negro y naranja, cuya finalidad desconozco, que surgen del suelo y están sujetos a la pared con unos finos alambres -verguillas, en grancanario- oxidados pendientes de un par de clavos -tachas, decimos los canarios- también herrumbrientos -canarios dixit-; igualmente en la puerta del Sur de la Catedral está clavado un vulgar cuadrado de latón doblado con el número trece, como si este edificio monumental precisara de numeración para su identificación. Y si por allí no circulan vehículos, ¿para qué los bolardos? ¿Qué justificación tienen porque no son elementos ornamentales? Ridículos los arbolitos que se han plantado; mejor los hubiesen puesto más desarrollados y no tan raquíticos.

Y siguiendo con los esperpentos en esta zona hay que señalar que para impedir el acceso a los automóviles han colocado en ambos extremos de ese tramo, o sea las calles Juan de Quesada y Doctor Chil, unas vulgares vallas metálicas amarillas en lugar de poner unas medias columnas de cantería de Arucas con unas cadenas, que se puedan quitar cuando las circunstancias lo demanden, similares a las que hay en el edificio del Banco de España, en la calle León y Castillo.

Resumiendo, la peatonalización de la calle Obispo Codina en el espacio indicado, visitado diariamente por miles de foráneos, extranjeros y nacionales, constituye un auténtico esperpento, y no valleinclanesco, precisamente. Vergonzoso y lamentable. También denunciar que las obras de ampliación y mejora del Archivo Histórico Provincial, en la calle Doctor Chil, llevan detenidas desde hace unos cuantos años, ya no recuerdo tantos, por lo que también es válido calificarlas de esperpénticas. Y a estos esperpentos hay que sumar el espantoso mamotreto con cristalera amarilla, construido ilegalmente en la calle Juan de Quesada, que también debería obligarse por el tribunal de justicia correspondiente su inmediata demolición, sin tipo alguno de excusas y pseudoargumentos.

También ha de tener en cuenta el Ayuntamiento que el cierre de la susodicha zona catedralicia ha supuesto un considerable aumento del precio de los taxis ya que tienen que realizar un mayor recorrido para ir al mismo sitio que anteriormente, lo que repercute en el bolsillo del usuario, y más en esta época de crisis. La verdad es que está mejor así, sin circulación automovilística, pero estimo que debería haber un poco de flexibilidad y permitir el paso de servicios públicos exclusivamente, y dotarla de la vigilancia policial oportuna para evitar que los "listillos" de siempre se salten descaradamente la prohibición de circular.

Otro esperpento veguetero es el de la casa de la calle Pelota esquina a la calle Herrería -que lleva varios meses en unas extrañas obras con levantamiento de todo el adoquinado. ¿Será para la "famosa acequia" que según el "arqueólogo" Julio Cuenca abastecía de agua a la "torre fundacional" erigida por orden de Juan Rejón?-, enfrente del teatro Guiniguada -otra obra interminable, y ¿para qué se querrá ese teatro?-, que se está cayendo a pedazos y que se ha cubierto con una malla en vez de repararla ya que es un edificio muy interesante por su arquitectura.

No comprendo como Jerónimo Saavedra, que, por nuestra antigua amistad, me consta que es un hombre culto y amante del arte -¿quizá lo sea sólo de la Música?-, demuestre, en contradicción con su formación intelectual, una total falta de sensibilidad ante todos estos esperpentos que he relacionado. Pero tampoco es justo culparle de todo el deterioro de la ciudad, porque ¿no compete a la Concejalía de Fomento, de la fue titular Nardy Barrios, el ornato de la urbe? ¿Qué hizo ella durante su permanencia en el cargo? Únicamente colocar bancos por doquier y media docena de postes con jardineras en Triana, Malteses y Cano, pero no se preocupó de visitar en profundidad los diversos barrios para que se repararan los destrozos y se limpiaran las suciedades originadas por los incívicos habitantes, que no ciudadanos.

La carencia de sensibilidad para la cultura parece ser el denominador común de la clase política, independientemente de sus aficiones. Jerónimo, cuando llegó a la alcaldía pudo haber realizado una apocatástasis en el caso del edificio del Colegio Viera y Clavijo, o sea, haberlo vuelto a catalogar como protegido y evitar su demolición, sin importarle un ápice que sus antecesores en el cargo lo hubiesen descatalogado para conseguir la aceptación de la horrorosa ampliación y "restauración" -mejor modificación- del teatro Pérez Galdós por las partes implicadas.

Y que, igualmente permitiera la construcción de ese horrendo centro parroquial en la plaza de santo Domingo y la espantosa peatonalización del sector de la catedral, con las aberraciones que he denunciado. Una vez más el político Jerónimo Saavedra me ha decepcionado con su apatía y su indiferencia ante esta constante degradación de nuestra ciudad, que por su continuo deterioro no está en condiciones de competir para la Capitalidad Europea de la Cultura, aparte del desembolso dinerario que esta campaña costará a las exhausta arcas municipales.

Censurable y lamentable esta dilapidación de dinero público, que mejor emplearía Jerónimo en reparar todas las degradaciones de las que adolecen todos los barrios de esta capital. Y no estoy en contra de la candidatura a esa capitalidad cultural europea -que me alegraría si se consiguiera-, ni a que el centro histórico -Vegueta-Triana- sea declarado Patrimonio de la Humanidad -aunque esto parece que no le interesa-, pero para optar a esas distinciones hay que presentar una ciudad en la más óptimas condiciones de conservación y limpieza, que desgraciadamente en la nuestra brillan por su ausencia.

CARMELO DÁVILA NIETO

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