LA REALIDAD

LA REALIDAD

martes, 1 de marzo de 2011

¡ESTA CIUDAD ES UN DESASTRE Y UNA VERGÜENZA!

Han sido tantas, y durante numerosos años, que ya he olvidado el número de veces que me he ocupado de nuestra ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, y lamentablemente la gran mayoría han sido para denunciar y censurar el estado de abandono y deterioro en los que desde hace varias décadas se encuentra, sin que las diferentes corporaciones que la han "gobernado": Unión del Pueblo Canario, Unión de Centro Democrático, Partido Socialista Canario y Partido Popular, y los correspondientes alcaldes: Manuel Bermejo, José Vicente León, Juan Rodríguez Doreste, Emilio Mayoral, José Manuel Soria, Josefa Luzardo, Jerónimo Saavedra -el orden no es cronológico-, y otros cuyos nombres no recuerdo ahora, hayan realizado obras de relieve e importancia para mejorar su imagen; y si las han ejecutado, no se han preocupado después en absoluto por su mantenimiento en un estado decente, no digo óptimo porque sería exigir demasiado a la iniciativa de estos primeros ediles y de sus respectivos concejales.

TODOS estos alcaldes han despreciado sistemáticamente el centro histórico (Vegueta-Triana) y han firmado la demolición y vaciado interior de edificios importantes e interesantes por su arquitectura y antigüedad, y otros que no lo eran tanto pero que encajaban perfectamente en el entorno, como el que ocupó el histórico y liberal colegio Viera y Clavijo entre las calles López Botas y Luis Millares, y lo que se ha edificado en su solar es infinitamente más horroroso que lo que las personas con sensibilidad artística augurábamos, pues son unas paredes a manera de frontón, que superan la altura de los demás inmuebles de la zona y no tienen ni una sola ventana o hueco que la simule.

Aquello es muchísimo más que un fortín -bunker, dirían los pedantes-. También en la calle Constantino han sido derribados en años recientes al menos tres edificios, el último en estos días -donde estaba una administración de loterías-, que no eran unas maravillas arquitectónicas ciertamente, pero que restaurados y pintados adecuadamente no hubiesen desentonado de los restantes de esa vía peatonal, pero en estos tres mencionados se ha establecido una similitud de "arquitectura" que denomino "estilo Constantino". Sin olvidar la gran cantidad de inmuebles derruidos en las calles Triana y Mendizábal, en las que quedan muy escasos ejemplares de las arquitecturas que antes tenían su exponente, pero que no alteraban en modo alguno el equilibrio ni la altitud a pesar de los distintos estilos: gótico, neoclásico y modernista, principalmente. Ahora se elevan monstruosidades "modernas" o "contemporáneas" -a elegir la denominación que se prefiera, que "tanto monta, monta tanto"- que no solamente destrozan la armonía por su palmaria fealdad sino también por la altura, bastante superior a las edificaciones que sobreviven. Para comprobar lo que expongo es suficiente mirar fotografías de los años 20, 30 ,40 y hasta 50, y se observará el notorio cambio, a lo pésimo obviamente.

Tanto en Triana como en Vegueta hay numerosos edificios abandonados y deteriorados, cubiertos con antiestéticas mallas verdes que me recuerdan a Praga cuando la visité en 1989, todavía con sistema comunista, pero que actualmente está impecable. Estos inmuebles deberían ser reparados por el Ayuntamiento -y pasarle la factura a los propietarios, que estarán esperando se conviertan en ruinas para que entonces les permitan demolerlos y edificar con "estilo moderno"-, teniendo en cuenta que están sitos en la zona histórica, visitaba por miles de turistas, y que se aspiraba a que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO; pero el alcalde Jerónimo Saavedra ha desistido, de momento, en las gestiones para la concesión de ese título para concentrarse en la aspiración de que Las Palmas de Gran Canaria reciba el galardón de Capital Cultural Europea. ¿Cómo se puede pretender optar a esa distinción en el estado actual de la ciudad, por lo que veo muy difícil que la consiga? ¿Cómo Saavedra se ha atrevido a montar una oficina para ese fin, invirtiendo, supongo, una importante cantidad de dinero para la propaganda adecuada, y designado como "imagen" al director del teatro Pérez Galdós, Juan Cambreleng Roca, y no se ha preocupado en absoluto de mejorar al menos los lugares más simbólicos -me desagrada el modernismo de "emblemático"- que se encuentran en un bochornoso estado de ruina? ¿Es que él y sus concejales no caminan por la urbe -como hacía José Ramírez Bethencourt, el alcalde de las pequeñas obras para enviar el dinero sobrante de los presupuestos a Madrid, pero que al menos observaba los desperfectos y ordenaba repararlos, no siempre con fortuna- para comprobar su real situación? Jerónimo demuestra no tener sentido de la realidad.

Pero si las "mejoras" han de ser como las de la calle Obispo Codina, en el entorno de la Catedral, plaza de santa Ana, Ayuntamiento y palacio episcopal es preferible dejar las cosas como están o estaban. No soy creyente -ya lo he expuesto en otras ocasiones- pero si considero que la tradición se debe conservar, y me estoy refiriendo a las procesiones de Semana Santa. ¿Por donde pasarán los tronos con tantos obstáculos que se han colocado en dicha calle: bolardos -que no sé que objeto tienen cuando allí no pasa la circulación rodada; quizá sean un elemento "ornamental"-, bloques con pretensiones de bancos, raquíticos arbolitos...? ¿Cómo se podrán realizar las seculares alfombras del Corpus Christi? Ya veremos cuando lleguen las fechas de esas solemnidades católicas como se solucionan los problemas que he planteado con mis preguntas. Aquellos -los problemas- aparte del horrendo pavimento que se ha colocado y que ya he censurado en anteriores artículos.

Primero, con Soria como alcalde, se atentó contra la plaza de santa Ana, suprimiendo algunos elementos tradicionales y sustituyendo su pavimento de cantería de Arucas por otro de muy inferior calidad, que ya está deteriorado, y ahora se emprende con la calle Obispo Codina, que se debió haber dotado de un buen adoquinado, sobrando todo lo demás. Disparate tras disparate. Error tras error. Y todo esto costará un buen puñado de euros.¡Que derroche! Me pregunto como Jerónimo Saavedra, cuyo domicilio está situado enfrente del que fuera colegio Viera y Clavijo, no pidió los planos de lo que allí se construiría y la vista del engendro, como veguetero y como alcalde no impidió su edificación, anulando la concesión. Y si esto se ha permitido, así como el esperpéntico mamotreto de cristalera amarilla de la calle Juan de Quesada, no pueden haber argumentos válidos para impedir que se sigan demoliendo edificios en el centro histórico y elevando inmuebles de arquitectura contemporánea pues lo antiguo está ya "desfasado" y hay que "actualizarlo" totalmente.

Así se pierden nuestras señas de identidad urbana y se llena toda la ciudad de engendros arquitectónicos para conseguir una urbe "moderna" en la que no se conserve ni una mínima muestra del pasado, como ese solitario y valioso edificio gótico que agoniza en la calle Mendizábal, número 27, que tiene una valla de construcción en su lado norte, y que no me extrañaría que al edificarse se dañara su estructura de algún modo, y entonces ya habría una excusa para demolerlo -como sucedió con el antiguo asilo de los ancianos desamparados en la calle Pérez Galdós, en la época del vándalo Soria, para convertirlo en aparcamiento del Cabildo- porque "desafina" con el resto de las edificaciones "modernas" de esa vía.

El estado del castillo de La Luz es lastimoso, abandonado desde hace años, sirviendo de vivienda a indigentes y lleno de basuras. Primero se informó que allí se ubicaría el Museo Naval. Después, la mal recordada Josefa Luzardo anunció que se instalarían permanentemente las "ruedas de churros" -como las llama un buen amigo- del herrero -que no escultor- Martín Chirino, lo que sería un craso error pues debe destinarse a albergar ese Museo Naval. Luego se le colocó un ascensor cuya caja supera la altura de las almenas, dañando el aspecto de ese enclave histórico. Dado su estado de abandono y la falta de vigilancia, los ladrones han robado los cables eléctricos para vender el cobre, según información de La Provincia/Diario de Las Palmas del 24 del corriente mes.

Ahora no se sabe a que se destinará, si Saavedra ha "pensado" algo para él o si aguardará a la celebración de las elecciones del próximo Mayo para ver los resultados y tomar una decisión. Y todo en esta ciudad está más o menos así. Los parques de santa Catalina y san Telmo y la plaza del Ingeniero León y Castillo -popularmente conocida como de La Feria (no sé si alguna vez llegó a celebrarse allí una feria y por ello esa denominación)- están en un deplorable y vergonzoso estado, llenos de desperdicios de todas las clases, con pintadas, con los pavimentos agrietados y los muros de los parterres destrozados, y esto sucede por la pésima calidad de los materiales empleados, porque las obras públicas -en este caso municipales- se adjudican al contratista que presenta la oferta más barata, y como no lo hará por "amor" a la ciudad porque su altruismo no llega a los extremos de perder dinero, entonces utiliza el material más pésimo, o como en la avenida de Las Canteras coloca por metro cuadrado menos ladrillos o adoquines que los que se habían estipulado, y los huecos que quedan entre ellos los rellena con el peor cemento y con el continuo paso de los viandantes se van separando cada vez más y terminan por agrietarse.

Las obras no se hacen para que duren 30 ó 40 años, como mínimo, sino para un máximo de 2 ó 3 y después un nuevo presupuesto, y posiblemente algo se les "pegará" a los "responsables" municipales aunque no creo que Jerónimo Saavedra necesite de esto. Pero si no es así, es una economía mal entendida. Ya nuestros antepasados nos advertían de que en la mayoría de los casos lo barato a corto plazo sale más caro por la pésima calidad del material empleado. Ahí tenemos como ejemplo el horrible pavimento de la "Calle Mayor de Triana", con numerosas losetas resquebrajadas a las que se les colocan unos antiestéticos parches, muchas veces de vulgar cemento y losetas de color más claro que lo afean aún más. También hay muchas sueltas por no haber utilizado el suficiente cemento para que pegaran bien, y al pisarlas, como están flojas, manan agua embarrada que mancha los zapatos y los bajos de los pantalones.

En la pequeña plaza que está entre el teatro Pérez Galdós y el mercado de Vegueta -que no sé si tiene nombre- donde se ha colocado un vaciado de la estatua que Victorio Macho hiciera del genial autor -entre tantísimas obras- de Los episodios nacionales, se ha adornado en su lateral frontal al recinto teatral con unos parterres ajardinados, pero hay incívicos habitantes -que no ciudadanos, porque éstos son los que cuidan la ciudad-, y no únicamente jóvenes sino mayores y con dificultades para caminar, que pasan sobre ellos, pisoteando las flores, para cruzar, exponiéndose además a un atropello por alguno de los numerosos vehículos por las dos calles laterales circulan. Le escribí a Nardy Barrios, cuando era concejala de Fomento, sugiriéndole que para evitar este cruce y los posibles atropellos y también para proteger los jardincillos, se colocara a todo lo largo de esa placita una barandilla metálica que lo impidiera, a no ser que saltasen sobre ella, lo que no me sorprendería. Ni caso ni respuesta. Así nos va.

La ciudad está sucísima por culpa de sus incívicos habitantes, obviamente, que arrojan a la calle basuras, desperdicios, colillas, papeles, plásticos, etc. He visto tirar a las vías publicas las aguas sucias del lavado de escaleras y zaguanes y también los restos de las barridas; igualmente los limpiaescaparates no secan los restos de su limpieza, que quedan sobre las aceras, con riesgo de resbalones y fracturas para personas que puedan resbalar en las aguas jabonosas; y la policía local no les obliga a secarlas y además deberían denunciarlos para que se les imponga la multa correspondiente que contemplan las ordenanzas municipales. Igualmente deberían ser multados con pago en el acto los peatones que no cumplan con las normas que les corresponden en el Código de Circulación. Por mucho que haga el servicio de limpieza pública limpiando las calles y aceras, inmediatamente volverán a estar sucias por el incivismo del habitante.

Las calles están plenas de socavones y baches pues hace años que no se alquitranan. Las aceras que no tienen bolardos son utilizadas por los conductores para aparcar sus vehículos, y el peatón a la calle exponiéndose al atropello. Los invidentes, discapacitados en sillas de ruedas, las personas que llevan coches de bebés, y hasta los peatones normales no pueden cruzar de una acera a la de enfrente porque todas las esquinas y chaflanes las ocupan los automóviles y las motos; por poner un ejemplo, el chaflán de las calles Senador Castillo Olivares-Jaime Balmes ha sido autorizado para estacionamiento de motocicletas, y el peatón ¿por donde cruzará? ¿Tendrá que utilizar una pértiga para saltar sobre ellas? En un chaflán de Canalejas-Murga se ha colocado, con permiso del concejal correspondiente, una valla metálica, de las que se usan en las carreteras; la razón de este dislate dicen que es evitar que los coches que circulan a excesiva velocidad se estrellen contra la pared de la casa que allí hay, pero el resultado es que al lado de la susodicha valla estacionan conductores sus vehículos y el peatón no tiene sitio por donde cruzar porque se lo impide esa valla, el poste expendedor de los boletos de la zona azul, y los coches estacionados, por lo que ha de caminar por la calle un buen tramo hasta lograr llegar a la acera, con riesgo de atropello.

Y ahora, con la autorización a los ciclistas, en la reforma del Código de Circulación, para circular sobre las aceras, un nuevo inconveniente para el peatón, sobre todo si son estrechas pues muchos ciclistas corren a gran velocidad; yo he estado a punto de ser atropellado en aceras y calles peatonales por bicicletas cuyos conductores las llevaban a gran velocidad, y encima, ante mis protestas, me han insultado. ¡"Estupenda idea" del señor Pere Navarro, Director general de tráfico, por la que como sufrido peatón le felicito calurosamente por la "seguridad" que nos deparará tal medida! Esta es una ciudad con total preferencia para los vehículos, y el peatón que se aguante y conforme con su indefensión. Los semáforos no deberían tener el color naranja intermitente para que al mismo tiempo circulen los automóviles y crucen los peatones pues es muy peligroso para éstos ya que el 99 por ciento de los conductores hacen caso omiso de esa advertencia y giran a gran velocidad no con precaución.

Una señora y su nieto en coche de bebé estuvieron a punto de ser arrollados en León y Castillo, con el paso en verde para los peatones, por un furgón que giró rápidamente de la plaza de la Feria y no se detuvo. En Buenos Aires, los vehículos que bajan de Primero de Mayo lo hacen a gran velocidad pues no está señalizado un límite mínimo, y la mayoría de los conductores no se detienen ante el paso de peatones pintado a la altura de Pérez Galdós porque solamente ven el verde del semáforo esquina a Viera y Clavijo y quieren aprovecharlo. También se lo expuse a Nardy Barrios, sugiriéndole que ante la peligrosidad de tal paso se colocaran unas bandas o una "joroba", como están en otros, que obliguen reducir la marcha. Todavía estoy esperando su respuesta. Posiblemente cuando suceda algún atropello, quizá mortal, de una persona que cruce, se tomarán esas medidas, demasiado tarde porque ya no le devolverán la vida a la víctima. ¿Y quién responderá por esta dejación de responsabilidad?

En lo que respecta a la suciedad de la polis, hay que reconocer que no son el alcalde ni los concejales los que arrojan las basuras, las colillas, las aguas de lavar los zaguanes, escaleras y cristales de escaparates, etc sino los habitantes -ya he susodicho que no es el ciudadano, que es el que se preocupa por ella- que son los que la degradan con su incivismo. En la calle peatonal Pérez Galdós veo con bastante frecuencia un reguero de papeles esparcidos en pequeños pedazos por el pavimento, y también he visto bancos, papeleras y tomas de agua para incendios arrancados de cuajo, a pesar de los gruesos y fuertes tornillos que los sujetan al suelo. Esto es vandalismo puro y duro. Y estas gamberradas se ejecutarán al amparo de la oscuridad nocturna, cuando nadie deambula por ahí. ¿Es esto culpa de la corporación municipal? Sinceramente considero que no, porque no va a destinar a un policía permanente en horas nocturnas para vigilar cada calle.

Estimo que no debería permitirse el paseo de perros por calles, avenidas, parques, plazas y demás lugares urbanos para que hagan sus necesidades fisiológicas, porque estas zonas no deben ser el retrete de los canes -como tampoco el colillero de los fumadores-. Sus dueños que asuman las consecuencias e incomodidades que conllevan el poseerlos y que las hagan en sus casas, o que el Ayuntamiento establezca unos lugares para llevarlos -como en Rusia, en cuyas ciudades no vi un solo perro por las vías públicas-, pero NUNCA por el Paseo de Las Canteras. Son muchas las "personas" que los llevan de gran tamaño y feroz aspecto sin bozal y hasta sin correa para sujetarlos, lo que constituye un grave peligro si fueran agresivos, conculcando las ordenanzas municipales. Estos animales además molestan con sus ladridos y sus saltos. Las losetas de las aceras y de las calles peatonales están manchadas de orinadas perrunas, y algunos perrófilos -si se me permite el neologismo- no limpian sus defecaciones sino que las dejan para que sean pisadas por alguna persona distraída.

Y hay que tomarse en serio el problema de las palomas -ratas aladas- a las que hay que erradicar totalmente porque son un grave peligro para la salud ya que provocan enfermedades pulmonares, y sus deposiciones deterioran los edificios por el ácido corrosivo que contienen. Otra vergüenza la constituye la plaga de mosquitos que desde hace varios años soportan los vecinos de las calles aledañas a la zona llamada de la CICER, en la playa de Las Canteras, por causa de las aguas estancadas en aquella absurda obra deportiva que se pretendió realizar, no recuerdo si en la alcaldía de Soria o de Luzardo, con ¡piscinas!, en la avenida de una estupenda playa, sin que se haga caso municipal a sus denuncias.

Y Jerónimo Saavedra no ha sido capaz de ordenar la demolición de esas estructuras y cubrirlas como el resto del paseo. Por cierto, no me agrada en absoluto su pavimento a base de adoquines de un color indefinido; esta playa, por su categoría, merece uno de superior calidad y de óptima estética. También deberían demolerse las casas ruinosas que aún continúan por algunos sectores, degradándola con su horrendo aspecto. Y también es lamentable el estado de la calle Luis Morote y sus colindantes, con un desagradable ambiente humano. ¡Así se cuida la calificada más óptima playa urbana mundial, sin hipérboles!

Podría seguir escribiendo muchísimo más sobre el desastroso y vergonzoso estado de conservación de Las Palmas de Gran Canaria ya que no me he ocupado de la llamada Ciudad Alta porque no suelo ir por ella -me han dicho que la zona de la antigua sala de fiestas Altavista, hoy Iglesia Coreana, está plagada de chabolas-, ni de los denominados barrios periféricos -algunos, como Lomo Blanco con aguas fecales discurriendo por el barranquillo por rotura de unas tuberías, que no se reparan a pesar de las denuncias presentadas en el Ayuntamiento y de las visitas del Concejal correspondiente, que no competente-, aunque a tenor de lo que se "contempla" en la "Ciudad Baja" deduzco que los males allí serán todavía mayores. A este respecto considero enormemente ilustrativo el espacio del canal de televisión de El Independiente de Canarias titulado "Las Palmas de Gran Canaria", capital ¿de qué?" ,con comentarios de don Juan Carlos Suárez de Tangil, en el que nos muestra el lamentable estado de abandono, suciedad y deterioro de diversos lugares de nuestra ciudad. También he de denunciar la proliferación de cables de electricidad y de teléfonos que cuelgan de un lado a otro de las calles o "adornando" los frontis de los edificios, que en cualquier ciudad moderna -en el buen sentido del término- no se ven por discurrir subterráneamente mientras que en la nuestra continúan al descubierto, afeándola notoriamente, sin que se tomen las medidas pertinentes para su ocultación a la vista. Otro aspecto más de nuestra "singularidad" urbana que "entusiasmará" a los turistas porque no la tienen en sus poblaciones.

Como ciudadano palmense me duele grandemente realizar estas denuncias y reconocer que no tenemos motivos para enorgullecernos, no obstante ser la ciudad más importante de Canarias y la octava de España en población. Tampoco me sirve de consuelo si las otras de la nación se encuentran en estado similar a la nuestra, porque me preocupa principalmente ésta, en la que nací y en la que habito, y a la que amo a pesar de todos estos defectos denunciados. Ya Domingo J. Navarro en sus "Memorias de un noventón" denunciaba su suciedad, que debe ser tradicional. Siento una enorme vergüenza al suponer lo que pensarán de nosotros, de nuestra educación cívica, de la "eficacia" de nuestros ediles, los miles de extranjeros que anualmente nos visitan, procedentes de países cívicos y educados; la impresión desagradable que se llevarán de nuestra ciudad, y de la isla en general, también llena de basuras en sus campos; de las deterioradas y sucísimas hamacas de nuestras playas, que pueden producir infecciones en la piel de las personas que se tumban en ellas, y que el Ayuntamiento de san Bartolomé de Tirajana no permite a los empresarios hoteleros que las sustituyan por otras decentes. ¡Así se cuida la principal fuente de ingresos de la isla: el turismo, que quizá asqueado por esos servicios opte por no utilizarlos o por no venir.

Cuando visito otras ciudades, sobre todo extranjeras, -aunque en la Unión Europea ya casi no sea válida esta expresión- (Tokyo, con tantos millones de habitantes estaba impecable cuando estuve en ella, al igual que Kyoto y Bangkok, y no tanto Macao y Hong Kong), y las veo limpias, con magníficos jardines y parques, con responsabilidad cívica en sus ciudadanos, no puedo evitar una sensación de envidia y frustración al compararlas con Las Palmas de Gran Canaria. ¡Que pena cuando por sus condiciones naturales y climáticas podría ser modélica!

CARMELO DÁVILA NIETO

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