LA REALIDAD

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martes, 26 de abril de 2011

LA PROFESIONALIDAD Y CALIDAD DE NANCY FABIOLA HERRERA

Para conmemorar el cuarto aniversario de la reapertura del arquitectónicamente destrozado, tanto interior como exteriormente -muchísimo más en lo segundo- teatro Pérez Galdós, su dirección presentó el Sábado, día 16 del corriente mes, un curioso y entretenido espectáculo musical titulado "Gitanas", que tuvo como figura estelar a la notable mezzosoprano palmense y grancanaria de adopción Nancy Fabiola Herrera Ceballos. Y titulo este comentario "Profesionalidad y calidad" de esta ya gran cantante porque intervino en la función aquejada de una grave laringitis, que hasta la mañana de la fecha su celebración se temía por su anulación, pero un oportuno tratamiento médico a base de cortisona, y su sólida técnica hicieron posible su actuación. Cualquier otro cantante -masculino o femenino- habría cancelado sin dudarlo pues tenemos ejemplos más que numerosos de ello, aunque algunos pésimos profesionales, como Carreras, Domingo (sobre todo éste) y Pavarotti, entre otros más, no tendrían escrúpulos en salir al escenario en deplorable estado vocal, como han demostrado hasta la saciedad durante sus lamentables carreras líricas.

En las notas al programa de mano, Nancy Fabiola escribe: "Este proyecto nace como un homenaje a la mujer gitana española, un retrato artístico de algunos de los papeles favoritos de mi repertorio". Y verdaderamente, su homenaje a la gitanería femenina hispana alcanzó en líneas generales un alto nivel interpretativo, tanto vocal como teatralmente, por nuestra hermana adoptiva, pues ella, aunque nacida en Venezuela -según tengo entendido- de padres grancanarios, vino con muy escasos años a nuestra ciudad, por lo que su grancanariedad y palmensidad -si se me perdona y permite este vocablo de mi invención- está más que suficientemente acreditada y asumida por ella en todos los países donde actúa ya que no oculta su procedencia isleña -canaria. Y a mí -y presumo que a todos mis coterráneos también- me satisface y enorgullece que después del conspicuo Alfredo Kraus, haya otra relevante figura -que ojalá alcance con el tiempo que le queda por delante las sublimes cotas del incomparable tenor- en el género operístico, ya aplaudida en los principales teatros mundiales y considerada una de las más destacadas mediosopranos de la actualidad, por lo que considero que los nombramientos que le han otorgado el Ayuntamiento de la Ciudad Real de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo de Gran Canaria son plenamente merecidos.

Y después de este largo prolegómeno, paso a comentar su actuación en este colorista espectáculo. Ciertamente que en su intervención en "EL amor brujo", de Manuel de Falla, no estuvo al cien por cien de sus posibilidades vocales pues evidenció ciertas precauciones en la emisión por temor a un posible fallo -que habría sido totalmente disculpable por el estado de su laringe-, pero, aparte de su justificable y comprensible precaución, estimo, en mi modesta opinión, que esta obra no es idónea para sus facultades de mezzosoprano lírica -belcantista-; Falla la compuso para la cantaora Pastora Imperio y, hasta ahora, cuantas veces la he visto en escena como ballet -que es tal aunque español- siempre ha sido cantada por una cantaora ya que su voz posee el característico desgarramiento. La he oído también por la exquisita soprano Victoria de los Ángeles y por la estupenda mediosoprano Teresa Berganza, muy refinadas ambas, pero sin el típico desgarro vocal, pero la han interpretado en grabaciones discográficas, y ya sabemos palmariamente que en estudio se hacen "milagros", como colocarle a Plácido Domingo el Do que JAMÁS HA TENIDO; pero en el caso de las dos cantantes citadas no pongo en duda su honestidad profesional porque las he escuchado personalmente, aunque creo que nunca cantaron "El amor brujo" en escena y ni siquiera en concierto. Nancy Fabiola Herrera estuvo en la línea de las referidas. Yo me atrevo a sugerirle que no la prodigue en sus actuaciones ya que su voz no destaca como en otras obras, como pudo comprobarse con su electrizante "condotta ell'era in ceppi", de El trovador, de Giuseppe Verdi; las dos arias de Salud (escritas originalmente para soprano) de la ópera "La vida breve", también de Falla; "Fue mi madre la gitana", de "La Chavala", de Ruperto Chapí, en la que descendió desde lo alto de escenario en un columpio, detalle de gran efectismo; "La canción de la gitana alegre", de "La alegría del batallón", de José Serrano; y las estupendas "Habanera" y "Seguidillas", de "Carmen", de George Bizet. También quedó demostrado, una vez más, que la Zarzuela cuando está bien cantada, como lo hizo la mezzosoprano, no desmerece en absoluto de cualquier ópera, aunque siempre ha sido despreciada como un género menor por algunos "entendidos", como así lo expuso el compositor, crítico y musicólogo español Adolfo Salazar en su interesante y documentada obra "La música en España", y también el erudito musicólogo Antonio Peña y Goñi en su interesante libro "España desde la Ópera a la Zarzuela".

El vestuario de Nancy Fabiola Herrera, de Jesús Ruiz, fue excesivamente recargado, con enormes colas, en una de las cuales se enredó cuando ascendía por la rampa colocada en el escenario y cayó al suelo, suerte que no afectó a su integridad física aunque seguramente le produciría algún dolor. Tampoco me agradó la indumentaria anaranjada de las bailaoras y los bailaores pues prefiero, ya que soy purista en los aspectos teatrales, el tradicional: ellas con trajes con lunares y ellos de negro, con sus clásicas chaquetillas. La escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda no me convenció plenamente, la encontré muy aparatosa. Rechazo rotunda y totalmente el golpeteo producido con bastones por un par de miembros del cuerpo de baile durante la interpretación del famoso coro de los gitanos, de El trovador, ya que los fuertes golpes oscurecían y degradaban la interpretación coral y orquestal; no sé quien sería el autor de tal "genial versión". Doy un aprobado a la iluminación de Eduardo Bravo y a la coreografía de Antonio Perea. Pero, a pesar de estas objeciones, el espectáculo resultó entretenido, como comenté al principio, dejando aparte la destacada actuación interpretativa de Nancy Fabiola Herrera.

La Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (en formación reducida), ubicada en el escenario, no en el foso, porque en este tipo de actos es el lugar que le corresponde, aunque haya quien discrepe, tuvo una encomiable actuación en general, pero particularmente destaco la "infumable" -según don Guillermone- Danza ritual del fuego, de "El amor brujo", de Falla; el famoso intermedio de "La leyenda del beso", de Soutullo y Vert; y el célebre preludio de "Carmen", de Bizet; a su mando estuvo el prestigioso director uruguayo José Serebier, cuya docta batuta logró calidades, matices, conjunción y disciplina, y plena ajustación con la cantante; con un maestro de esta talla la orquesta alcanza los niveles interpretativos exigibles a su calidad, lo que no sucede cuando la "dirige" el ineptísimo titular Pedro Halffter; sería un gran acierto invitar a José Serebier a dirigir a la orquesta en un concierto sinfónico en el auditorio Alfredo Kraus, que sin duda constituiría una gozada. Bien el coro de la propia orquesta, acertadamente dirigido por Luis García Santana, aunque su colocación casi siempre en el fondo del escenario no beneficiaba su idónea audición. También cumplió con eficiencia el Ballet Konraza, integrado por María y Olga López, Mónica Martínez, Aitor Hernández Y Francisco Mordado, aunque desconozco el nombre de su director y de su procedencia, por no constar en las notas al programa.

Resumiendo: una grata velada y un nuevo triunfo -superando con creces la susodicha afección vocal- de Nancy Fabiola Herrera ante su público -bastante numeroso en esta ocasión-, a la que deseo se sumen muchísimos más en su carrera lírica, que espero sea dilatada habida cuenta su juventud, su preparación, su profesionalidad, y el lugar destacado que ocupa entre las intérpretes de su cuerda, siempre que se atenga -insisto- al repertorio idóneo a sus facultades y estilo, que es el belcantista, y que no pretenda ganar la fama batiendo marcas, como Domingo, que ha confundido el ARTE con el deporte. Y que me disculpe la cantante por mi insistencia en el repertorio adecuado, pero eso mismo fue lo que le aconsejó el que fuera extraordinario tenor italiano Giacomo Lauri-Volpi -con el que tuve una gran amistad (a pesar de la diferencia de edad) por correspondencia, y le conocí personalmente en su domicilio valenciano de Burjasot- a Alfredo Kraus cuando lo escuchó en su casa de Roma en los principios de su carrera, y que nuestro eximio coterráneo siguió escrupulosamente durante su prolongada carrera. Por eso se lo reitero a Nancy Fabiola Herrera Ceballos con toda mi mejor voluntad, porque la aprecio bastante y lamentaría que malgastase sus grandes posibilidades. Como la considero inteligente sabrá suficientemente lo que verdaderamente le conviene.

Carmelo Dávila Nieto

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