Bastante tiempo ha, quizá más de dos  años, que no visitaba la plaza de santo Domingo, pero el Miércoles, día  12 de los corrientes, con motivo de una gestión en la sucursal de la  Caja de Canarias sita en el barrio de San José, decidí pasar por la  mencionada plaza, y lamento profundamente haberlo hecho porque en ella  observé con horror como al lado izquierdo de la fachada del templo que  le da su denominación se ha edificado un espantoso edificio "moderno" de  una sola planta, que destroza totalmente la armonía del conjunto. Me  han informado que es el centro parroquial, y que fue construido durante  el mandato del actual alcalde, Jerónimo Saavedra, que tiene su domicilio  a escasos metros de la susomentada plaza, y que presume además de  veguetero, pero debe ser por guardar la apariencia porque los hechos  demuestran abrumadoramente que le importa y le preocupa muy poco o nada  el barrio histórico.
En mi ruta pude "gozar" con la visión de otro  esperpento arquitectónico, éste frente a su casa; me refiero a la  erección de la ampliación del Museo Canario, que ya supera en un piso la  altura de los edificios colindantes, y que con toda seguridad será otro  adefesio en su arquitectura, que no guardará relación con la zona.  Cierto que el inmueble anterior, donde estuvo el histórico y  liberal-insólito en plena tiranía franquista- colegio Viera y Clavijo,  no destacaba por sus valores arquitectónicos, modestos, pero al menos no  rompía la armonía de su entorno, por lo que, si estuviéramos en un país  civilizado y respetuoso con su pasado, debió haberse conservado su  fachada y adecuar su interior a las necesidades y usos que demanda el  Museo Canario -la más importante institución científica del  archipiélago-; pero se optó por lo más atentatorio y criminal para la  estética: la demolición y el levantamiento de varias plantas -¿Cuántas  serán?- que ya empequeñecen a los edificios del sector.
Y aparte de este  despropósito, temblemos presumiendo lo que quizá podremos contemplar  cuando esté finalizado el inmueble, pues con toda probabilidad su  fachada será horrendamente "contemporánea" ya que el arquitecto querrá  dejar su "sello y firma" para la posteridad. Cierto que no puede  imputársele a Jerónimo Saavedra la concesión del permiso para esta obra  ya que el edificio que ocupó el susoreferido colegio Viera y Clavijo  estaba catalogado como protegido, pero, según información del máximo  crédito para mí por la documentación y seriedad de mi fuente, fue  descatalogado durante la alcaldía de la nefasta Josefa Luzardo, o quizá  en la época de José Manuel Soria, ese adicto a la destrucción de lo  antiguo y construcción de lo "moderno" o "contemporáneo" en zonas nobles  e históricas o en otros espacios destinados a jardines, como el  excanódromo, o el solar que ocupa la Biblioteca del Estado, que una  sentencia del Tribunal Supremo ordena su inmediata demolición por  ilegal, sin olvidar que también pretendió edificar en primerísima línea  de la Avenida Marítima para tapar la vista al mar y al puerto a los  paseantes -que se quedarían sin espacio para caminar- y a los ocupantes  de los inmuebles que habían pagado bastante caros sus pisos para  disfrutar de esa privilegiada visión.
¡Que bestia! La actual corporación  municipal socialista debería querellarse contra él para que el tribunal  de justicia correspondiente le condene a abonar las pertinentes  indemnizaciones a los demandantes perjudicados con las torres del  excanódromo y con la Biblioteca del Estado, entre otros numerosos casos,  pues si no las pagaremos todos los ciudadanos con nuestros impuestos.  Pero en esta cuestión de la Política no hay que fiarse en absoluto de  las personas que ocupan los cargos, porque aunque sean de partidos  ideológicamente opuestos en teoría, en la práctica se protegen  mutuamente porque son de la misma casta aunque con distintas  denominaciones o siglas: aquello del mismo perro con distinto collar,  que, aunque no me gustan los refranes y dichos populares, hago aquí una  excepción porque está plenamente justificada.
Esperpéntica también la  calle Obispo Codina en la zona de la Catedral. Aparte del horrible  pavimento gris plomo -como el de la calle Triana- que le han colocado  para peatonalizarla (dado el carácter monumental del sitio se debió  haber empleado cantería aruquense que lo ennobleciese), se pueden  "admirar" dos toscos y antiestéticos postes con unos reflectores para  alumbrar el palacio episcopal y un cable que cuelga entre ambos, en las  alturas. Si se quiere destacar ese palacio con unos focos en la noche,  sería más estético instalar unos postes metálicos que guarden  uniformidad con los de la iluminación callejera.
En la inacabada iglesia  del Sagrario, en el lado norte del templo catedralicio, pueden verse  unos tubos de plástico de colores verde, negro y naranja, cuya finalidad  desconozco, que surgen del suelo y están sujetos a la pared con unos  finos alambres -verguillas, en grancanario- oxidados pendientes de un  par de clavos -tachas, decimos los canarios- también herrumbrientos  -canarios dixit-; igualmente en la puerta del Sur de la Catedral está  clavado un vulgar cuadrado de latón doblado con el número trece, como si  este edificio monumental precisara de numeración para su  identificación. Y si por allí no circulan vehículos, ¿para qué los  bolardos? ¿Qué justificación tienen porque no son elementos  ornamentales? Ridículos los arbolitos que se han plantado; mejor los  hubiesen puesto más desarrollados y no tan raquíticos.
Y siguiendo con  los esperpentos en esta zona hay que señalar que para impedir el acceso a  los automóviles han colocado en ambos extremos de ese tramo, o sea las  calles Juan de Quesada y Doctor Chil, unas vulgares vallas metálicas  amarillas en lugar de poner unas medias columnas de cantería de Arucas  con unas cadenas, que se puedan quitar cuando las circunstancias lo  demanden, similares a las que hay en el edificio del Banco de España, en  la calle León y Castillo.
Resumiendo, la peatonalización de la calle  Obispo Codina en el espacio indicado, visitado diariamente por miles de  foráneos, extranjeros y nacionales, constituye un auténtico esperpento, y  no valleinclanesco, precisamente. Vergonzoso y lamentable. También  denunciar que las obras de ampliación y mejora del Archivo Histórico  Provincial, en la calle Doctor Chil, llevan detenidas desde hace unos  cuantos años, ya no recuerdo tantos, por lo que también es válido  calificarlas de esperpénticas. Y a estos esperpentos hay que sumar el  espantoso mamotreto con cristalera amarilla, construido ilegalmente en  la calle Juan de Quesada, que también debería obligarse por el tribunal  de justicia correspondiente su inmediata demolición, sin tipo alguno de  excusas y pseudoargumentos.
También ha de tener en cuenta el  Ayuntamiento que el cierre de la susodicha zona catedralicia ha supuesto  un considerable aumento del precio de los taxis ya que tienen que  realizar un mayor recorrido para ir al mismo sitio que anteriormente, lo  que repercute en el bolsillo del usuario, y más en esta época de  crisis. La verdad es que está mejor así, sin circulación  automovilística, pero estimo que debería haber un poco de flexibilidad y  permitir el paso de servicios públicos exclusivamente, y dotarla de la  vigilancia policial oportuna para evitar que los "listillos" de siempre  se salten descaradamente la prohibición de circular.
Otro esperpento  veguetero es el de la casa de la calle Pelota esquina a la calle  Herrería -que lleva varios meses en unas extrañas obras con  levantamiento de todo el adoquinado. ¿Será para la "famosa acequia" que  según el "arqueólogo" Julio Cuenca abastecía de agua a la "torre  fundacional" erigida por orden de Juan Rejón?-, enfrente del teatro  Guiniguada -otra obra interminable, y ¿para qué se querrá ese teatro?-,  que se está cayendo a pedazos y que se ha cubierto con una malla en vez  de repararla ya que es un edificio muy interesante por su arquitectura.
No  comprendo como Jerónimo Saavedra, que, por nuestra antigua amistad, me  consta que es un hombre culto y amante del arte -¿quizá lo sea sólo de  la Música?-, demuestre, en contradicción con su formación intelectual,  una total falta de sensibilidad ante todos estos esperpentos que he  relacionado. Pero tampoco es justo culparle de todo el deterioro de la  ciudad, porque ¿no compete a la Concejalía de Fomento, de la fue titular  Nardy Barrios, el ornato de la urbe? ¿Qué hizo ella durante su  permanencia en el cargo? Únicamente colocar bancos por doquier y media  docena de postes con jardineras en Triana, Malteses y Cano, pero no se  preocupó de visitar en profundidad los diversos barrios para que se  repararan los destrozos y se limpiaran las suciedades originadas por los  incívicos habitantes, que no ciudadanos.
La carencia de sensibilidad  para la cultura parece ser el denominador común de la clase política,  independientemente de sus aficiones. Jerónimo, cuando llegó a la  alcaldía pudo haber realizado una apocatástasis en el caso del edificio  del Colegio Viera y Clavijo, o sea, haberlo vuelto a catalogar como  protegido y evitar su demolición, sin importarle un ápice que sus  antecesores en el cargo lo hubiesen descatalogado para conseguir la  aceptación de la horrorosa ampliación y "restauración" -mejor  modificación- del teatro Pérez Galdós por las partes implicadas.
Y que,  igualmente permitiera la construcción de ese horrendo centro parroquial  en la plaza de santo Domingo y la espantosa peatonalización del sector  de la catedral, con las aberraciones que he denunciado. Una vez más el  político Jerónimo Saavedra me ha decepcionado con su apatía y su  indiferencia ante esta constante degradación de nuestra ciudad, que por  su continuo deterioro no está en condiciones de competir para la  Capitalidad Europea de la Cultura, aparte del desembolso dinerario que  esta campaña costará a las exhausta arcas municipales.
Censurable y  lamentable esta dilapidación de dinero público, que mejor emplearía  Jerónimo en reparar todas las degradaciones de las que adolecen todos  los barrios de esta capital. Y no estoy en contra de la candidatura a  esa capitalidad cultural europea -que me alegraría si se consiguiera-,  ni a que el centro histórico -Vegueta-Triana- sea declarado Patrimonio  de la Humanidad -aunque esto parece que no le interesa-, pero para optar  a esas distinciones hay que presentar una ciudad en la más óptimas  condiciones de conservación y limpieza, que desgraciadamente en la  nuestra brillan por su ausencia. 
CARMELO DÁVILA NIETO