Han sido tantas, y durante numerosos años, que ya he olvidado el número  de veces que me he ocupado de nuestra ciudad, Las Palmas de Gran  Canaria, y lamentablemente la gran mayoría han sido para denunciar y  censurar el estado de abandono y deterioro en los que desde hace varias  décadas se encuentra, sin que las diferentes corporaciones que la han  "gobernado": Unión del Pueblo Canario, Unión de Centro Democrático,  Partido Socialista Canario y Partido Popular, y los correspondientes  alcaldes: Manuel Bermejo, José Vicente León, Juan Rodríguez Doreste,  Emilio Mayoral, José Manuel Soria, Josefa Luzardo, Jerónimo Saavedra -el  orden no es cronológico-, y otros cuyos nombres no recuerdo ahora,  hayan realizado obras de relieve e importancia para mejorar su imagen; y  si las han ejecutado, no se han preocupado después en absoluto por su  mantenimiento en un estado decente, no digo óptimo porque sería exigir  demasiado a la iniciativa de estos primeros ediles y de sus respectivos  concejales.
TODOS estos alcaldes han despreciado sistemáticamente el  centro histórico (Vegueta-Triana) y han firmado la demolición y vaciado  interior de edificios importantes e interesantes por su arquitectura y  antigüedad, y otros que no lo eran tanto pero que encajaban  perfectamente en el entorno, como el que ocupó el histórico y liberal  colegio Viera y Clavijo entre las calles López Botas y Luis Millares, y  lo que se ha edificado en su solar es infinitamente más horroroso que lo  que las personas con sensibilidad artística augurábamos, pues son unas  paredes a manera de frontón, que superan la altura de los demás  inmuebles de la zona y no tienen ni una sola ventana o hueco que la  simule.
Aquello es muchísimo más que un fortín -bunker, dirían los  pedantes-. También en la calle Constantino han sido derribados en años  recientes al menos tres edificios, el último en estos días -donde estaba  una administración de loterías-, que no eran unas maravillas  arquitectónicas ciertamente, pero que restaurados y pintados  adecuadamente no hubiesen desentonado de los restantes de esa vía  peatonal, pero en estos tres mencionados se ha establecido una similitud  de "arquitectura" que denomino "estilo Constantino". Sin olvidar la  gran cantidad de inmuebles derruidos en las calles Triana y Mendizábal,  en las que quedan muy escasos ejemplares de las arquitecturas que antes  tenían su exponente, pero que no alteraban en modo alguno el equilibrio  ni la altitud a pesar de los distintos estilos: gótico, neoclásico y  modernista, principalmente. Ahora se elevan monstruosidades "modernas" o  "contemporáneas" -a elegir la denominación que se prefiera, que "tanto  monta, monta tanto"- que no solamente destrozan la armonía por su  palmaria fealdad sino también por la altura, bastante superior a las  edificaciones que sobreviven. Para comprobar lo que expongo es  suficiente mirar fotografías de los años 20, 30 ,40 y hasta 50, y se  observará el notorio cambio, a lo pésimo obviamente.
Tanto en Triana  como en Vegueta hay numerosos edificios abandonados y deteriorados,  cubiertos con antiestéticas mallas verdes que me recuerdan a Praga  cuando la visité en 1989, todavía con sistema comunista, pero que  actualmente está impecable. Estos inmuebles deberían ser reparados por  el Ayuntamiento -y pasarle la factura a los propietarios, que estarán  esperando se conviertan en ruinas para que entonces les permitan  demolerlos y edificar con "estilo moderno"-, teniendo en cuenta que  están sitos en la zona histórica, visitaba por miles de turistas, y que  se aspiraba a que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la  UNESCO; pero el alcalde Jerónimo Saavedra ha desistido, de momento, en  las gestiones para la concesión de ese título para concentrarse en la  aspiración de que Las Palmas de Gran Canaria reciba el galardón de  Capital Cultural Europea. ¿Cómo se puede pretender optar a esa  distinción en el estado actual de la ciudad, por lo que veo muy difícil  que la consiga? ¿Cómo Saavedra se ha atrevido a montar una oficina para  ese fin, invirtiendo, supongo, una importante cantidad de dinero para la  propaganda adecuada, y designado como "imagen" al director del teatro  Pérez Galdós, Juan Cambreleng Roca, y no se ha preocupado en absoluto de  mejorar al menos los lugares más simbólicos -me desagrada el modernismo  de "emblemático"- que se encuentran en un bochornoso estado de ruina?  ¿Es que él y sus concejales no caminan por la urbe -como hacía José  Ramírez Bethencourt, el alcalde de las pequeñas obras para enviar el  dinero sobrante de los presupuestos a Madrid, pero que al menos  observaba los desperfectos y ordenaba repararlos, no siempre con  fortuna- para comprobar su real situación? Jerónimo demuestra no tener  sentido de la realidad.
Pero si las "mejoras" han de ser como las de  la calle Obispo Codina, en el entorno de la Catedral, plaza de santa  Ana, Ayuntamiento y palacio episcopal es preferible dejar las cosas como  están o estaban. No soy creyente -ya lo he expuesto en otras ocasiones-  pero si considero que la tradición se debe conservar, y me estoy  refiriendo a las procesiones de Semana Santa. ¿Por donde pasarán los  tronos con tantos obstáculos que se han colocado en dicha calle:  bolardos -que no sé que objeto tienen cuando allí no pasa la circulación  rodada; quizá sean un elemento "ornamental"-, bloques con pretensiones  de bancos, raquíticos arbolitos...? ¿Cómo se podrán realizar las  seculares alfombras del Corpus Christi? Ya veremos cuando lleguen las  fechas de esas solemnidades católicas como se solucionan los problemas  que he planteado con mis preguntas. Aquellos -los problemas- aparte del  horrendo pavimento que se ha colocado y que ya he censurado en  anteriores artículos.
Primero, con Soria como alcalde, se atentó contra  la plaza de santa Ana, suprimiendo algunos elementos tradicionales y  sustituyendo su pavimento de cantería de Arucas por otro de muy inferior  calidad, que ya está deteriorado, y ahora se emprende con la calle  Obispo Codina, que se debió haber dotado de un buen adoquinado, sobrando  todo lo demás. Disparate tras disparate. Error tras error. Y todo esto  costará un buen puñado de euros.¡Que derroche! Me pregunto como Jerónimo  Saavedra, cuyo domicilio está situado enfrente del que fuera colegio  Viera y Clavijo, no pidió los planos de lo que allí se construiría y la  vista del engendro, como veguetero y como alcalde no impidió su  edificación, anulando la concesión. Y si esto se ha permitido, así como  el esperpéntico mamotreto de cristalera amarilla de la calle Juan de  Quesada, no pueden haber argumentos válidos para impedir que se sigan  demoliendo edificios en el centro histórico y elevando inmuebles de  arquitectura contemporánea pues lo antiguo está ya "desfasado" y hay que  "actualizarlo" totalmente.
Así se pierden nuestras señas de identidad  urbana y se llena toda la ciudad de engendros arquitectónicos para  conseguir una urbe "moderna" en la que no se conserve ni una mínima  muestra del pasado, como ese solitario y valioso edificio gótico que  agoniza en la calle Mendizábal, número 27, que tiene una valla de  construcción en su lado norte, y que no me extrañaría que al edificarse  se dañara su estructura de algún modo, y entonces ya habría una excusa  para demolerlo -como sucedió con el antiguo asilo de los ancianos  desamparados en la calle Pérez Galdós, en la época del vándalo Soria,  para convertirlo en aparcamiento del Cabildo- porque "desafina" con el  resto de las edificaciones "modernas" de esa vía.
El estado del  castillo de La Luz es lastimoso, abandonado desde hace años, sirviendo  de vivienda a indigentes y lleno de basuras. Primero se informó que allí  se ubicaría el Museo Naval. Después, la mal recordada Josefa Luzardo  anunció que se instalarían permanentemente las "ruedas de churros" -como  las llama un buen amigo- del herrero -que no escultor- Martín Chirino,  lo que sería un craso error pues debe destinarse a albergar ese Museo  Naval. Luego se le colocó un ascensor cuya caja supera la altura de las  almenas, dañando el aspecto de ese enclave histórico. Dado su estado de  abandono y la falta de vigilancia, los ladrones han robado los cables  eléctricos para vender el cobre, según información de La  Provincia/Diario de Las Palmas del 24 del corriente mes.
Ahora no se  sabe a que se destinará, si Saavedra ha "pensado" algo para él o si  aguardará a la celebración de las elecciones del próximo Mayo para ver  los resultados y tomar una decisión. Y todo en esta ciudad está más o  menos así. Los parques de santa Catalina y san Telmo y la plaza del  Ingeniero León y Castillo -popularmente conocida como de La Feria (no sé  si alguna vez llegó a celebrarse allí una feria y por ello esa  denominación)- están en un deplorable y vergonzoso estado, llenos de  desperdicios de todas las clases, con pintadas, con los pavimentos  agrietados y los muros de los parterres destrozados, y esto sucede por  la pésima calidad de los materiales empleados, porque las obras públicas  -en este caso municipales- se adjudican al contratista que presenta la  oferta más barata, y como no lo hará por "amor" a la ciudad porque su  altruismo no llega a los extremos de perder dinero, entonces utiliza el  material más pésimo, o como en la avenida de Las Canteras coloca por  metro cuadrado menos ladrillos o adoquines que los que se habían  estipulado, y los huecos que quedan entre ellos los rellena con el peor  cemento y con el continuo paso de los viandantes se van separando cada  vez más y terminan por agrietarse.
Las obras no se hacen para que duren  30 ó 40 años, como mínimo, sino para un máximo de 2 ó 3 y después un  nuevo presupuesto, y posiblemente algo se les "pegará" a los  "responsables" municipales aunque no creo que Jerónimo Saavedra necesite  de esto. Pero si no es así, es una economía mal entendida. Ya nuestros  antepasados nos advertían de que en la mayoría de los casos lo barato a  corto plazo sale más caro por la pésima calidad del material empleado.  Ahí tenemos como ejemplo el horrible pavimento de la "Calle Mayor de  Triana", con numerosas losetas resquebrajadas a las que se les colocan  unos antiestéticos parches, muchas veces de vulgar cemento y losetas de  color más claro que lo afean aún más. También hay muchas sueltas por no  haber utilizado el suficiente cemento para que pegaran bien, y al  pisarlas, como están flojas, manan agua embarrada que mancha los zapatos  y los bajos de los pantalones.
En la pequeña plaza que está entre el  teatro Pérez Galdós y el mercado de Vegueta -que no sé si tiene nombre-  donde se ha colocado un vaciado de la estatua que Victorio Macho  hiciera del genial autor -entre tantísimas obras- de Los episodios  nacionales, se ha adornado en su lateral frontal al recinto teatral con  unos parterres ajardinados, pero hay incívicos habitantes -que no  ciudadanos, porque éstos son los que cuidan la ciudad-, y no únicamente  jóvenes sino mayores y con dificultades para caminar, que pasan sobre  ellos, pisoteando las flores, para cruzar, exponiéndose además a un  atropello por alguno de los numerosos vehículos por las dos calles  laterales circulan. Le escribí a Nardy Barrios, cuando era concejala de  Fomento, sugiriéndole que para evitar este cruce y los posibles  atropellos y también para proteger los jardincillos, se colocara a todo  lo largo de esa placita una barandilla metálica que lo impidiera, a no  ser que saltasen sobre ella, lo que no me sorprendería. Ni caso ni  respuesta. Así nos va.
La ciudad está sucísima por culpa de sus  incívicos habitantes, obviamente, que arrojan a la calle basuras,  desperdicios, colillas, papeles, plásticos, etc. He visto tirar a las  vías publicas las aguas sucias del lavado de escaleras y zaguanes y  también los restos de las barridas; igualmente los limpiaescaparates no  secan los restos de su limpieza, que quedan sobre las aceras, con riesgo  de resbalones y fracturas para personas que puedan resbalar en las  aguas jabonosas; y la policía local no les obliga a secarlas y además  deberían denunciarlos para que se les imponga la multa correspondiente  que contemplan las ordenanzas municipales. Igualmente deberían ser  multados con pago en el acto los peatones que no cumplan con las normas  que les corresponden en el Código de Circulación. Por mucho que haga el  servicio de limpieza pública limpiando las calles y aceras,  inmediatamente volverán a estar sucias por el incivismo del habitante.
Las  calles están plenas de socavones y baches pues hace años que no se  alquitranan. Las aceras que no tienen bolardos son utilizadas por los  conductores para aparcar sus vehículos, y el peatón a la calle  exponiéndose al atropello. Los invidentes, discapacitados en sillas de  ruedas, las personas que llevan coches de bebés, y hasta los peatones  normales no pueden cruzar de una acera a la de enfrente porque todas las  esquinas y chaflanes las ocupan los automóviles y las motos; por poner  un ejemplo, el chaflán de las calles Senador Castillo Olivares-Jaime  Balmes ha sido autorizado para estacionamiento de motocicletas, y el  peatón ¿por donde cruzará? ¿Tendrá que utilizar una pértiga para saltar  sobre ellas? En un chaflán de Canalejas-Murga se ha colocado, con  permiso del concejal correspondiente, una valla metálica, de las que se  usan en las carreteras; la razón de este dislate dicen que es evitar que  los coches que circulan a excesiva velocidad se estrellen contra la  pared de la casa que allí hay, pero el resultado es que al lado de la  susodicha valla estacionan conductores sus vehículos y el peatón no  tiene sitio por donde cruzar porque se lo impide esa valla, el poste  expendedor de los boletos de la zona azul, y los coches estacionados,  por lo que ha de caminar por la calle un buen tramo hasta lograr llegar a  la acera, con riesgo de atropello.
Y ahora, con la autorización a los  ciclistas, en la reforma del Código de Circulación, para circular sobre  las aceras, un nuevo inconveniente para el peatón, sobre todo si son  estrechas pues muchos ciclistas corren a gran velocidad; yo he estado a  punto de ser atropellado en aceras y calles peatonales por bicicletas  cuyos conductores las llevaban a gran velocidad, y encima, ante mis  protestas, me han insultado. ¡"Estupenda idea" del señor Pere Navarro,  Director general de tráfico, por la que como sufrido peatón le felicito  calurosamente por la "seguridad" que nos deparará tal medida! Esta es  una ciudad con total preferencia para los vehículos, y el peatón que se  aguante y conforme con su indefensión. Los semáforos no deberían tener  el color naranja intermitente para que al mismo tiempo circulen los  automóviles y crucen los peatones pues es muy peligroso para éstos ya  que el 99 por ciento de los conductores hacen caso omiso de esa  advertencia y giran a gran velocidad no con precaución.
Una señora y su  nieto en coche de bebé estuvieron a punto de ser arrollados en León y  Castillo, con el paso en verde para los peatones, por un furgón que giró  rápidamente de la plaza de la Feria y no se detuvo. En Buenos Aires,  los vehículos que bajan de Primero de Mayo lo hacen a gran velocidad  pues no está señalizado un límite mínimo, y la mayoría de los  conductores no se detienen ante el paso de peatones pintado a la altura  de Pérez Galdós porque solamente ven el verde del semáforo esquina a  Viera y Clavijo y quieren aprovecharlo. También se lo expuse a Nardy  Barrios, sugiriéndole que ante la peligrosidad de tal paso se colocaran  unas bandas o una "joroba", como están en otros, que obliguen reducir la  marcha. Todavía estoy esperando su respuesta. Posiblemente cuando  suceda algún atropello, quizá mortal, de una persona que cruce, se  tomarán esas medidas, demasiado tarde porque ya no le devolverán la vida  a la víctima. ¿Y quién responderá por esta dejación de responsabilidad?
En  lo que respecta a la suciedad de la polis, hay que reconocer que no son  el alcalde ni los concejales los que arrojan las basuras, las colillas,  las aguas de lavar los zaguanes, escaleras y cristales de escaparates,  etc sino los habitantes -ya he susodicho que no es el ciudadano, que es  el que se preocupa por ella- que son los que la degradan con su  incivismo. En la calle peatonal Pérez Galdós veo con bastante frecuencia  un reguero de papeles esparcidos en pequeños pedazos por el pavimento, y  también he visto bancos, papeleras y tomas de agua para incendios  arrancados de cuajo, a pesar de los gruesos y fuertes tornillos que los  sujetan al suelo. Esto es vandalismo puro y duro. Y estas gamberradas se  ejecutarán al amparo de la oscuridad nocturna, cuando nadie deambula  por ahí. ¿Es esto culpa de la corporación municipal? Sinceramente  considero que no, porque no va a destinar a un policía permanente en  horas nocturnas para vigilar cada calle.
Estimo que no debería  permitirse el paseo de perros por calles, avenidas, parques, plazas y  demás lugares urbanos para que hagan sus necesidades fisiológicas,  porque estas zonas no deben ser el retrete de los canes -como tampoco el  colillero de los fumadores-. Sus dueños que asuman las consecuencias e  incomodidades que conllevan el poseerlos y que las hagan en sus casas, o  que el Ayuntamiento establezca unos lugares para llevarlos -como en  Rusia, en cuyas ciudades no vi un solo perro por las vías públicas-,  pero NUNCA por el Paseo de Las Canteras. Son muchas las "personas" que  los llevan de gran tamaño y feroz aspecto sin bozal y hasta sin correa  para sujetarlos, lo que constituye un grave peligro si fueran agresivos,  conculcando las ordenanzas municipales. Estos animales además molestan  con sus ladridos y sus saltos. Las losetas de las aceras y de las calles  peatonales están manchadas de orinadas perrunas, y algunos perrófilos  -si se me permite el neologismo- no limpian sus defecaciones sino que  las dejan para que sean pisadas por alguna persona distraída.
Y hay que  tomarse en serio el problema de las palomas -ratas aladas- a las que hay  que erradicar totalmente porque son un grave peligro para la salud ya  que provocan enfermedades pulmonares, y sus deposiciones deterioran los  edificios por el ácido corrosivo que contienen. Otra vergüenza la  constituye la plaga de mosquitos que desde hace varios años soportan los  vecinos de las calles aledañas a la zona llamada de la CICER, en la  playa de Las Canteras, por causa de las aguas estancadas en aquella  absurda obra deportiva que se pretendió realizar, no recuerdo si en la  alcaldía de Soria o de Luzardo, con ¡piscinas!, en la avenida de una  estupenda playa, sin que se haga caso municipal a sus denuncias.
Y  Jerónimo Saavedra no ha sido capaz de ordenar la demolición de esas  estructuras y cubrirlas como el resto del paseo. Por cierto, no me  agrada en absoluto su pavimento a base de adoquines de un color  indefinido; esta playa, por su categoría, merece uno de superior calidad  y de óptima estética. También deberían demolerse las casas ruinosas que  aún continúan por algunos sectores, degradándola con su horrendo  aspecto. Y también es lamentable el estado de la calle Luis Morote y sus  colindantes, con un desagradable ambiente humano. ¡Así se cuida la  calificada más óptima playa urbana mundial, sin hipérboles!
Podría  seguir escribiendo muchísimo más sobre el desastroso y vergonzoso estado  de conservación de Las Palmas de Gran Canaria ya que no me he ocupado  de la llamada Ciudad Alta porque no suelo ir por ella -me han dicho que  la zona de la antigua sala de fiestas Altavista, hoy Iglesia Coreana,  está plagada de chabolas-, ni de los denominados barrios periféricos  -algunos, como Lomo Blanco con aguas fecales discurriendo por el  barranquillo por rotura de unas tuberías, que no se reparan a pesar de  las denuncias presentadas en el Ayuntamiento y de las visitas del  Concejal correspondiente, que no competente-, aunque a tenor de lo que  se "contempla" en la "Ciudad Baja" deduzco que los males allí serán  todavía mayores. A este respecto considero enormemente ilustrativo el  espacio del canal de televisión de El Independiente de Canarias titulado  "Las Palmas de Gran Canaria", capital ¿de qué?" ,con comentarios de don  Juan Carlos Suárez de Tangil, en el que nos muestra el lamentable  estado de abandono, suciedad y deterioro de diversos lugares de nuestra  ciudad. También he de denunciar la proliferación de cables de  electricidad y de teléfonos que cuelgan de un lado a otro de las calles o  "adornando" los frontis de los edificios, que en cualquier ciudad  moderna -en el buen sentido del término- no se ven por discurrir  subterráneamente mientras que en la nuestra continúan al descubierto,  afeándola notoriamente, sin que se tomen las medidas pertinentes para su  ocultación a la vista. Otro aspecto más de nuestra "singularidad"  urbana que "entusiasmará" a los turistas porque no la tienen en sus  poblaciones.
Como ciudadano palmense me duele grandemente realizar  estas denuncias y reconocer que no tenemos motivos para enorgullecernos,  no obstante ser la ciudad más importante de Canarias y la octava de  España en población. Tampoco me sirve de consuelo si las otras de la  nación se encuentran en estado similar a la nuestra, porque me preocupa  principalmente ésta, en la que nací y en la que habito, y a la que amo a  pesar de todos estos defectos denunciados. Ya Domingo J. Navarro en sus  "Memorias de un noventón" denunciaba su suciedad, que debe ser  tradicional. Siento una enorme vergüenza al suponer lo que pensarán de  nosotros, de nuestra educación cívica, de la "eficacia" de nuestros  ediles, los miles de extranjeros que anualmente nos visitan, procedentes  de países cívicos y educados; la impresión desagradable que se llevarán  de nuestra ciudad, y de la isla en general, también llena de basuras en  sus campos; de las deterioradas y sucísimas hamacas de nuestras playas,  que pueden producir infecciones en la piel de las personas que se  tumban en ellas, y que el Ayuntamiento de san Bartolomé de Tirajana no  permite a los empresarios hoteleros que las sustituyan por otras  decentes. ¡Así se cuida la principal fuente de ingresos de la isla: el  turismo, que quizá asqueado por esos servicios opte por no utilizarlos o  por no venir.
Cuando visito otras ciudades, sobre todo extranjeras,  -aunque en la Unión Europea ya casi no sea válida esta expresión-  (Tokyo, con tantos millones de habitantes estaba impecable cuando estuve  en ella, al igual que Kyoto y Bangkok, y no tanto Macao y Hong Kong), y  las veo limpias, con magníficos jardines y parques, con responsabilidad  cívica en sus ciudadanos, no puedo evitar una sensación de envidia y  frustración al compararlas con Las Palmas de Gran Canaria. ¡Que pena  cuando por sus condiciones naturales y climáticas podría ser modélica!
CARMELO DÁVILA NIETO 
Ortega Smith-Molina, VOX
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